Monday, September 15, 2008

la más romántica historia que conozco

Erase una vez, una lindísima María; pequeñita y morenita, inconfundiblemente mexicana. Hija única de un abogado y una profesora de literatura. Desde niña mostró gran pasión por la música y por ello decidió estudiar piano. Una vez titulada, decidió ir a Alemania para continuar sus estudios y así lo hizo...

Erase al mismo tiempo Lourival, un atractivo brasileño; alto, delgado y con ojos de esmeralda. Sexto hijo de un hacendado y una ama de casa. Estudio en la escuela del pueblo hasta que, por obligación, entró al ejército donde pasó un año como soldado. Una vez cumplido con su servicio y después de un par de intentos, finalmente consiguió entrar a la universidad para estudiar Biología. Al terminar, obtuvo una invitación con beca para realizar estudios de doctorado en Francia y así lo hizo...

Durante un invierno, Lourival emprendió con sus amigos un viaje por Alemania. Y por azares del destino pasó la fiesta de navidad en un pueblito alemán. Es ahí, en Detmold, donde conoció a María, con quien con mucha dificultad se daba a entender ya que no hablaban ningún idioma en común. Sin embargo, el ambiente festivo y la buena voluntad hicieron que pasaran una velada inolvidable.

Al día siguiente, cada uno siguió con su vida normal. Hasta que, un par de meses después, un amigo chileno fungió como Cupido enviándoles una foto de los dos juntos con sus respectivos datos. El brasileño poco a poco a través de cartas comenzó a conquistar a la mexicana. Después comenzaron los viajes de Francia a Alemania y viceversa. Pocos meses después, Lourival terminaba su estancia en Francia y debía regresar a su país para trabajar. El sentimiento de cariño había crecido tanto entre los dos que decidieron irse juntos a vivir a Brasil, pero antes de ello pasaron por México para casarse frente a la familia de María.

Y fue así como esta pareja dispareja se unió. Hoy, tienen 38 años muy felizmente casados. Tienen 3 hijos y ya son abuelos de 5 lindísimos nietos. Han vivido juntos en Brasil, México, EUA, Alemania y hoy viven en Cuernavaca. Y aunque físicamente son muy diferentes, se comportan de manera distinta y tienen gustos completamente opuestos, mis padres: María Eugenia Espinosa y Lourival Possani son prueba contundente de que el amor verdadero sí existe.